Otro prisma para mirar mejor

Editoral de la revista "El Termómetro" a cargo de Javier Suárez.Adelanto de la edición N° 4 de nuestra revista mensual.

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A veces las buenas intenciones simplemente quedan ahí. En el afán de hacer mejor las cosas, en dar un paso adelante, nos tropezamos. Nos pasa como individuos, nos pasa como sociedad. Muchas veces la inhabilidad de ver al “otro” influyen en nuestro propio accionar. Claro, estamos en un mundo cada vez más individualizante en el que aislarse en el propio círculo, en la propia “tribu”, es lo corriente. Por eso repensar cómo funciona la sociedad, siempre es útil.

El filósofo alemán Jürgen Habermas nos recuerda que hay formas instrumentales en el accionar de las personas, en que el costo beneficio es la forma de evaluación. Pero está claro, este tipo de accionar no es el correcto para la sociedad. Las acciones instrumentales no tienen en cuenta que somos personas, que vivimos en comunidad y que el futuro de la totalidad depende de que a todos nos vaya relativamente bien.

El filósofo afirma que para la sociedad, el accionar que le es propio es el comunicativo. Un accionar en el que las personas interactúan y llegan a acuerdos mutuos, donde el consenso es la prioridad. Y en la que la discusión de ideas es parte del proceso, no un problema. En cualquier sociedad la divergencia de opiniones es necesaria, incluso sana.
Lo que nunca puede estar bien son las sociedades en que “caer fuera del sistema” se transforme en algo aceptable, en las que los derechos solo estén garantizados en los papeles, donde existan personas en situación de calle por doquier, sistemas públicos cada vez más complejos y de acceso imposible. En definitiva, donde las promesas de mejoras jamás se cumplan.

Reflexionar acerca de lo que nos rodea debe ser siempre un ejercicio necesario. ¿Cómo podemos tener un futuro mejor si solo lo que nos importa es lo que beneficia a unos y desprecia a otros? Esta edición está pensada en los “otros”: aquellos que luchan contra la adversidad y los que trabajan para que los “otros” vuelvan a ser “nosotros”.
En una sociedad tan fragmentada, luchar por volver a sentirnos una comunidad no es solo una necesidad sino un deber.