El fin de la grieta, cada vez más lejos

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Cuando parecía que dejábamos las lógicas ancladas en el pasado para hacer foco en el futuro, cuando un candidato ganador hablaba de unir a todos los argentinos, los ciudadanos creyeron que ese
camino era posible y que iba a ser misión de este nuevo partido gobernante el de pacificar a la sociedad.

El incremento de la conflictividad social, el diálogo por fuera de los canales institucionales (congreso, paritarias, mesas de dialogo) confirman que lejos de cerrar la grieta, se ha buscado incrementarla como mecánica de gobierno.

Es cierto que las condiciones iniciales no eran óptimas (de hecho, lejos lo estaban) pero los resultados de las modificaciones planteadas incrementaron el conflicto social con actores que inicialmente se mostraban propensos al dialogo, como los sindicatos en su versión 2016. Claro que los modestos resultados de gestión y el marketing político aplicado busquen la polarización
y exacerbar la lógica amigo-enemigo, ¿pero a que costos?

Los paros, carpas y movilizaciones de un lado y de otro de la grieta, más un discurso oficial hablando despectivamente del “choripán” u opositores hablando de los “gorilas” aleja a cualquier
ciudadano moderado de la esperanza de un futuro pacífico y de diálogo.

A nivel local, el panorama es  un tanto más alentador en cuanto a canales de diálogo abierto se refiere pero si es preocupante una problemática que no solía ser la primer prioridad para los pilarenses, que es la seguridad, y que hoy ocupa un lugar destacado en la mayoría de los programas y publicaciones informativas.

En ese sentido, la demanda de seguridad (y en los peores casos, de justicia) empieza a generar manifestaciones de repudio a la falta de accionar de las fuerzas de seguridad. Es menester que tanto el
gobierno municipal y provincial tomen cartas en el asunto porque en este caso corremos el riesgo de que la grieta no sea entre partidos sino entre los propios vecinos.