Ubicado en la localidad pilarense de Fátima en el Km 61 de la Autopista del Sol, el espacio Arte en las Fábricas, fue ideado y creado por el escultor Alejandro Marmo, abriendo sus puertas el
1º de mayo de 2016.
El Termómetro- ¿Cómo surgió la idea de emplazar un espacio de arte tan cerca del Parque Industrial?
Alejandro Marmo- Creo que desembarca sola la idea a medida que uno va trabajando. Con los años, vas entendiendo que el arte es un puente que está buscando transformar algo y Pilar en ese sentido es un laboratorio de ideas debido a que hay un conflicto que al mismo tiempo lo coloca en un lugar muy interesante. La simetría social que existe entre el barrio cerrado, la cultura del country, la cultura del encerrarse y las periferias que quedaron a destiempo en el desarrollo de Pilar. Me pareció interesante el desafío, el conflicto a transformar, me generaba entusiasmo y por otro lado, colocar ese desafío en la puerta del Parque Industrial, me daba la sensación de que podía construir poesía en los espacios de trabajo. El lugar propone eso; sembrar poesía y belleza en los espacios donde crece y se manifiesta el desarrollo local, nacional e internacional.
La obra está en la gente que participa, hay un espíritu muy humano. Buscamos unir la diversidad cultural de Pilar y trazar un eje entre lo cerrado; lo exclusivo y lo periférico. En el medio se encuentra lo que te puede igualar, que es un proyecto emocional como este.
En el lugar se pueden ver varias de las grandes obras de Alejandro Marmo, entre ellas la constelación de estrellas pertenecientes a la serie Galaxia Industrial, réplicas del mural de Evita en la 9 de julio, la Virgen de Luján, Los Abrazos, entre otras. Recientemente abrió sus puertas dentro del complejo, Barrousel Bar, un espacio gastronómico donde se respira cultura en todas sus formas.
“Es un lugar lleno de arte, de color en el que podes disfrutar desde una cerveza hasta de un espectáculo de primer nivel”, comenta Sergio Godoy quien junto a Diego Aguilar le dan vida a Barrousel.
Un equipo o mejor dicho, una familia unida por el arte, dan el movimiento que propone “El Arte en las Fábricas”.
“Nos fuimos sumando todos de a poco. Lucas Rocca es el primer colaborador quien nos acercó al espacio. Fue tomando forma y llegó a lo que es hoy. En la actualidad hay ciclos de arte, ya sea música, pintura o danzas.
Estamos presentando un ciclo de maridajes a cargo de Damián Tkaczyk”, comenta Gastón Vedolla colaborador de la producción y de la técnica del lugar.
“El ciclo de Maridaje 5 sentidos, es un concepto en el que vengo trabajando hace varios años. Intentamos estimular los 5 sentidos del ser humano. En estos eventos se puede disfrutar de arte plástico, donde estimulamos lo visual, por otro lado tenemos música en vivo en los que recorremos distintos géneros como lo fue el jazz, ahora es tango y los próximos serán de folklore. Siempre con la mano, la obra, el taller de Ale y el trabajo mío que es vincular los aromas de los vinos y los sabores con recetas de autor”, explica Tkaczyk.
Al mismo tiempo, de forma periódica se organizan encuentros tales como la noche Beatles, que convocó a bandas tributo, peñas folklóricas y recitales de variados géneros musicales como melódico y ska. También se realizan encuentros de yoga y celebraciones culturales orientadas a los niños, con el detalle de tener un centro cultural.
El arte de Marmo es prácticamente un termómetro de la sociedad y su mirada siempre apunta a las fibras que componen al humano en ella.
T- ¿Cuál es tu lectura sobre la actualidad a nivel nacional y local?
M- Aprendí a no tener lecturas para crear escenarios que me generen entusiasmo; a veces las lecturas son de contexto, de marcos y creo que uno empieza a etiquetar, a rotular y ahí la esperanza de crear empieza a tener matices. El arte y el universo de lo invisible pueden trascender cualquier lectura de contexto, ahí es cuando te animas a cualquier cosa, incluso en los momentos de mayor crisis. Entonces mis lecturas pueden ser personales, pero no caigo en la trampa de las furias o las emociones que despiertan los escenarios de crisis. Este, evidentemente, es un escenario de crisis, pero la crisis es el motor de la creatividad y siempre lo veré bien. Todo lo que suceda esta bueno, el tema es que hacemos con eso y, que hace uno con su entorno (familia, amigos, los que te rodean). El escenario de hoy a nivel local, nacional y mundial es avasallante porque te tira abajo, pero en esa teatralidad que te propone la realidad, porque en definitiva es relativo todo lo que te avasalla también; trato de transformar esa angustia y esa problemática en un motor para crear escenarios de estética, de una esperanza distinta; de volver a juntar, del mensaje del abrazo. Lo que necesita y lo que todos queremos en esta sociedad: que nos empecemos a desconectar y a conectarnos de otro modo. La lectura es esa, el abrazo.
T- ¿Cuál es el primer motor que te llevo al arte?
A- El miedo, sin duda. El miedo a la vida, a no poder ser uno mismo, a ser excluido. Esa cultura de los 90 de un mundo exclusivo. Estamos yendo a ese mundo, un mundo sin emociones. Ese miedo me hace crear, transformar, desafiar esa sensación en hechos artísticos y que me integren a mí. Recuerdo que el miedo siempre fue una sensación que al principio pudo ser monstruosa, endemoniada, paralizante. Pero, las enseñanzas de la vida te hacen dar cuenta de que el miedo es la fuerza que tiene el ser humano para crear. Desde hace 20 años, siempre que algo me da miedo, lo coloco en ese espacio creativo donde fluye en otra energía y se transforma en fuerza.
T- ¿Pensas que internet y su hiperconectividad vinieron a democratizar?
A- Es algo que democratizó y al mismo tiempo nos puso de rehenes de una desinformación. Hoy se vive el culto de la desinformación gracias a esa democracia de recibir tanta información. Entonces yo creo que estamos en un terremoto.
Por eso, siempre digo, que las lecturas son relativas. Si uno mira la tecnología desde lo absoluto, decimos que tenemos todo a nuestro alcance por esta autopista informática que nos da todo, pero esa información nos desinforma y nos colocó en un espacio lejano del otro, el otro que está mirando lo que somos y que tenemos a 50 cm de nuestro cuerpo. Pero no florece la felicidad del corazón. En el camino de la vida, lo que tenemos que buscar es la felicidad del corazón.
En este río revuelto, que espero que la sabiduría de la humanidad lo canalice, porque nos lleva puesto a otra generación más que no tiene la cultura del trabajo, la contención de los padres y esa desinformación que trajo la democratización de la abundancia de contenidos, hace que construyamos una juventud sin un corazón que lata con el otro, sino que late con esa abundancia fofa que nos mantiene en una fantasía de permanecer patológicamente informados pero desde una sensación de competencia y vanidad, es decir, yo soy más fuerte que vos porque conozco que día nació el inventor del humo. ¿Esto qué hace? ¿Me hace saber formar una familia, acariciar a mi hijo? No, no me hace nada saber eso. Estamos llenos de celulitis de información, que hoy no construye proyectos y tenemos que tratar de acoplarle a esta democracia de la información, la necesidad de construir y la herramienta para construir proyectos, como el tuyo, como la gente joven que dice: “Yo quiero hacer la mía y estar por encima de todos los ladrillos que están en la pared”, “Quiero ser yo”. Ese quiero ser yo, quiere buscar mi esencia. Empieza a aparecer este fantasma de que por estar informado, uno va a ser inteligentemente feliz.
El camino que yo encontré es vivir en proyectos. Ese vivir en proyectos puede ir desde armar un gallinero a pintar la puerta, soñar con un viaje, hacer una escultura, formar una familia, cuidar a mis hijos. Todo eso hace que este caudal de cuestiones que pertenecen a la patología de la información no me avasalle.
T- En este mundo de información patológica, ¿Dónde se encuentra el arte en Argentina?
A- No soy quien para hablar del arte actual argentino. Solo soy un laburante del arte y creo que es un mecanismo de salvación. Yo por el arte viajé, conocí, me informé, me curé del miedo, pude conocer a la madre de mis hijos y mantener una familia, pero no por el arte como un trabajo de castigo, sino con la felicidad de ser un hombre transformado por el arte.
Soy un hombre de la calle que termina transformado como esas máquinas del futuro, dando vueltas en el arte. No soy un tipo que fue a la escuela de bellas artes, todo lo contrario, vengo de un taller, un esquema de laburo, familia de inmigrantes. El arte para mí fue una necesidad para estar vivo. Creo que puedo hablar desde lo personal, desde esa sensación de salvarte. El arte argentino y el mundial siempre dice algo. Nunca le hace mal a nadie, de última te provoca. Decís “Esta porquería” o “Esto me gusta”, pero siempre dice algo.
En general para que sea arte hay que esperar medio siglo. Mi laburo es trabajo, mi ahora es trabajo. Dentro de 40 años será arte y, si me fue bien, probablemente seré un muerto millonario o un anónimo más, pero viví transformado en esa sensación de sanar el miedo y los monstruos para desembarcar en un espacio más anónimo. No tengo duda que la enfermedad de todo esto que hablamos recién, estoy convencido de que se
cura por ahí.
Mi vocación fue transformarme como hombre en estos principios del siglo XXI, finales del XX. Me transformé y, acá estoy, hablando con vos. Sé que pude ser padre y es lo mejor que te puede pasar en la vida. Cuando sos padre encontras sentido a todo porque tenes que hacerte cargo de alguien, criarlo, educarlo, pensar siempre en el otro.
Esa es la película para mí. El resto no es nada: arte, prestigio, si es arte o no. El ser padre, buen tipo y tener el corazón limpio a pesar de todos los errores que uno pueda cometer.