Suena el teléfono, es atendido por Ángela una jubilada de 94 años, quien vive sola en un departamento en Pilar. Del otro lado una voz masculina se presenta como su hijo. Éste comienza a relatarle un siniestro vehicular en el que él sería el culpable, chocando a un motociclista al que debía pagarle en efectivo por el hecho sucedido. Muy nervioso y apurando a la jubilada, le ordena reunir todo el dinero con el que cuenta para dárselo al motociclista que ya se encontraba apostado en la puerta del domicilio de la víctima.
La abuela recurre a un vecino del edificio para ordenar, contar y entregar sus ahorros al supuesto “accidentado”.
Con una suma importante de dinero, y según el relato de la víctima, se encontraban prestos a entregar el efectivo, cuando a dicho vecino le parece sospechosa la actitud del motociclista quien saludo sin quitarse el casco. Sin realizar la entrega, retornan la jubilada y el vecino, al interior del edificio para contactarse con el hijo de la misma. Éste atiende rápidamente afirmando no haber sufrido ningún accidente y que se encontraba en buen estado salud.
Por otra parte el estafador continuaba en línea esperando la confirmación de la entrega del dinero, ya muy enojado porque su víctima había alertado a otra persona de lo que estaba ocurriendo. Cuando retoma la comunicación continuaba con su rol de “hijo” hasta el final cuando ya comenzó con insultos y amenazas al ver que su plan había fallado.
Recomendaciones
Ante situaciones similares, aconsejamos contactar primero al familiar o allegado que dice estar en una situación grave para verificar la veracidad del hecho narrado y ante ninguna circunstancia entregar dinero a un desconocido.
Otras de las tácticas comunes cuando la víctima de estafa no reconoce la voz de su familiar es acusar un mal estado de salud que los afecta. También utilizan todos los datos que les brindan en el medio de la misma comunicación para demostrar familiaridad, por ello es imprescindible no otorgar ningún tipo de información, sino por lo contrario pedirlos e interrogar de alguna manera a la persona que está del otro lado de la línea.