Durante el verano 2009-2010, el Servicio Meteorológico Nacional implementó en la Ciudad y el Conourbano el sistema de alertas sobre olas de calor y salud con el fin de «poder anticipar a la población, con la mayor antelación posible, situaciones meteorológicas extremas y sus posibles efectos en la salud y mortalidad». El sistema está compuesto de cuatro niveles que se refieren a los distintos estados del tiempo en relación con su potencial efecto dañino para la población, identificados por olores: verde, amarillo, naranja y rojo.
El primero, el verde, simboliza el mínimo estado de vigilancia durante el verano y no implica riesgos sobre la salud.
Le sigue el amarillo, cuando una ola de calor puede resultar peligrosa, especialmente para bebés, niños pequeños y adultos mayores de 65 años. Este estadio, con riesgo leve a moderado, se alcanza cuando se superan los umbrales de las temperaturas máximas y mínimas en la ciudad y cuando, a su vez, esas temperaturas se mantienen en un pronóstico de 24-48 horas.
El nivel naranja implica que las temperaturas extremas se extienden más allá del plazo de 48 horas y representan un riesgo moderado-alto para la salud de la población, especialmente para bebés, niños pequeños y adultos mayores de 65 años. Por ello es necesario tomar los recaudos necesarios delineados por el Ministerio de Salud, como la ingesta de agua, la consumición de alimentos frescos, la elección de ropa suelta y materiales livianos, entre otros.
La alerta roja, finalmente, es declarada en el marco de una ola de calor extensa y excepcional, con pronósticos que indican la continuidad de las altas temperaturas. Implica riesgos sobre la salud de toda la población y no solo de los grupos de riesgo.