Tan sólo cuarenta días antes de su muerte, Diego Maradona dejó firmado un documento en el que certifica la voluntad de que su cuerpo sea embalsamado. A su vez, en el mismo escrito autorizó la realización de un museo que lleve el nombre “Universo Maradona” en el cual sería expuesto su cuerpo una vez que pase por el proceso de embalsamamiento. Asimismo, se incluirían en ese espacio trofeos, camisetas y objetos personales del Diez, según dejó él mismo detallado.
“Luego de un profundo análisis quiero manifestar mi voluntad de que luego de mi muerte mi cuerpo sea embalsamado y exhibido en dicho museo, rodeado de mis máximos trofeos, objetos personales y recuerdos queridos para seguir recibiendo desde ese lugar el cariño de la gente”, se lee en el papel firmado por el astro del fútbol el 13 de octubre pasado, cuando su muerte era aún impensada.
Del mismo modo, ese día firmó una autorización para que se convoque a Javier Grosman, destacado director artístico, diseñador de Tecnópolis y planificador los eventos del Bicentenario, para que lleve adelante el proyecto del museo maradoniano. Pero, además de un museo, Diego quería bares en todo el mundo con el nombre “Bodegón Maradona”, merchandising de todo tipo y tours temáticos de su persona tanto en Buenos Aires como en Nápoles, entre otras muchas ideas que muestran la importancia que el ídolo mundial le daba a la trascendencia de su figura más allá de su vida.
