La industria manufacturera bonaerense atraviesa uno de sus momentos más delicados de la última década. Entre enero y octubre de 2025, la utilización de la capacidad instalada industrial promedió apenas el 58%, según datos del INDEC, un nivel que refleja con crudeza el freno productivo del sector.
El indicador se ubica cuatro puntos porcentuales por encima del mínimo registrado durante la pandemia, pero casi seis puntos por debajo del promedio de los últimos diez años, lo que confirma que la recuperación posterior al derrumbe de 2020 no logró consolidarse.
Capacidad instalada: del rebote a la meseta
La serie histórica refuerza el diagnóstico de estancamiento. Tras el colapso de 2020, cuando la utilización cayó al 54,7%, la industria mostró una recuperación parcial en 2021 y alcanzó picos del 66,6% en 2022 y 2023. Sin embargo, ese impulso se agotó rápidamente.
En 2024, el uso de la capacidad instalada descendió al 57,8%, y en 2025 apenas repuntó al 58,3%, un nivel que está lejos de un escenario de expansión sostenida y deja a la industria operando con elevados márgenes de capacidad ociosa.
Octubre encendió nuevas alarmas
El dato de octubre de 2025 profundizó la preocupación. En la comparación interanual, la utilización de la capacidad instalada cayó dos puntos porcentuales respecto de 2024, confirmando que la actividad industrial sigue perdiendo dinamismo mes a mes, sin señales claras de reversión en el corto plazo.
Fuerte deterioro sectorial
El desglose por sectores muestra un retroceso generalizado. De los doce bloques industriales relevados por el INDEC, nueve registraron caídas interanuales.
Los mayores desplomes se observaron en:
- Productos textiles: -15,3 puntos porcentuales
- Papel y cartón: -10,6 puntos
- Caucho y plástico: -6,3 puntos
También retrocedieron la industria automotriz, la edición e impresión y los productos minerales no metálicos, entre otros rubros clave del entramado productivo bonaerense.
En contraste, solo tres actividades mostraron leves mejoras, encabezadas por la refinación de petróleo y las industrias metálicas básicas, aunque estos avances resultaron insuficientes para compensar la caída del conjunto.
Importaciones, salarios y mercado interno
Desde el sector industrial advierten que la crisis responde a una combinación de factores estructurales. La apertura importadora, sumada a un ancla salarial que erosiona el poder de compra, está debilitando el mercado interno y profundizando la caída de la demanda.
“Sin consumo y sin ingresos que se recuperen, la industria opera a baja capacidad, poniendo en riesgo la continuidad de empresas y los puestos de trabajo”, señalan fuentes del sector.
En la misma línea, el ministro de Economía bonaerense, Pablo López, alertó sobre las consecuencias de la actual política económica:
“La lluvia de importaciones y el ancla salarial están resultando en una combinación perfecta para la destrucción de empresas y puestos de trabajo en muchos sectores locales, sobre todo en los industriales. Debemos cambiar el rumbo antes de que el daño sea estructural”, sostuvo.





